Cómo el cerebro maneja la sobrecarga

El cerebro no presta atención en un flujo suave, sino que cambia el enfoque en ráfagas rápidas, aproximadamente 8 veces por segundo. Tu atención siempre está en movimiento, incluso cuando pensamos que estamos encerrados.

Cuando miras el mundo que te rodea, puede parecer que tus ojos y tu cerebro trabajan en perfecta sincronía, absorbiendo un flujo suave y continuo de información.
Pero según una nueva investigación dirigida por la neurocientífica cognitiva Prof. Ayelet N. Landau de la Universidad Hebrea de Jerusalem, así no es exactamente cómo funciona el cerebro. En cambio, la atención se comporta más como una luz estroboscópica: parpadea dentro y fuera a un ritmo constante.

Landau y su equipo, Daniele Re y Flor Kusnir, replantean audazmente cómo funciona la atención. Su teoría, llamada “muestreo atencional”, sugiere que nuestros cerebros procesan el mundo visual en instantáneas rápidas aproximadamente ocho veces por segundo. Cuando se ve obligado a dividir la atención entre dos objetos, esa tasa se reduce a cuatro instantáneas por segundo para cada uno.

Esto no es solo un capricho de la percepción. Los investigadores argumentan que es una solución fundamental a un problema profundo para la cognición y su implementación neuronal: la competencia.

“Nuestro entorno nos bombardea con información visual, pero nuestro cerebro no puede procesar todo a la vez”, explicó Landau. “Lo que estamos viendo en el muestreo atencional es la forma en que el cerebro resuelve esto, cambiando rítmicamente entre entradas que compiten entre sí”.

El fenómeno se basa en una teoría bien establecida conocida como “competencia sesgada”, que sostiene que diferentes poblaciones neuronales en el sistema visual del cerebro luchan por el dominio cuando hay múltiples estímulos presentes.
Tradicionalmente, los científicos pensaban que la atención simplemente “impulsaba” una señal sobre otra, pero el equipo de Landau sugiere que, bajo ciertas condiciones, el cerebro no elige un bando, sino que se turna.

Los investigadores examinaron estudios que van desde el procesamiento visual prematuro en los canales oculares hasta el reconocimiento de objetos de alto nivel. Incluso cuando las personas no eran conscientes del conflicto visual, como cuando dos imágenes se muestran sutilmente a diferentes ojos, surgió este ritmo de muestreo, revelando un mecanismo encubierto y automático para la selección.

Curiosamente, este ritmo persiste incluso cuando la atención no está conscientemente comprometida, lo que sugiere un modo oscilatorio predeterminado de percepción. “Estos no son cambios conscientes”, dijo Landau. “Incluso cuando pensamos que nos estamos enfocando en un solo objeto, nuestra atención puede estar bailando a través de la escena de maneras que no nos damos cuenta”.

Entonces, ¿qué es lo que controla este ritmo? Eso sigue siendo un tema de debate científico. Algunas evidencias sugieren que las regiones cerebrales de nivel superior, como las involucradas en la toma de decisiones, pueden actuar como un director de orquesta, coordinando este ritmo mental. Otros apuntan a circuitos locales en la propia corteza visual. De cualquier manera, las implicaciones se extienden más allá de la visión. Comprender cómo el cerebro resuelve la competencia podría influir en todo, desde el diseño de la interfaz hasta las terapias neurológicas.

El laboratorio de Landau ha sido fundamental para descubrir estos ritmos ocultos durante más de una década. “Lo que me entusiasma”, dijo, “es que esto podría ser un principio general, no solo para la atención visual, sino para la forma en que el cerebro maneja la sobrecarga en todos los sistemas sensoriales”.

A medida que nos desplazamos por nuestros mundos digitales y saltamos entre pestañas, es una lección de humildad darse cuenta de que nuestro cerebro ya está haciendo lo mismo, un parpadeo a la vez.

El trabajo de investigación titulado “Attentional Sampling Resolves Competition along the Visual Hierarchy”, ya está disponible en Trends in Cognitive Sciences.

Investigadores:
Daniele Re1,2, Flor Kusnir1 y Ayelet N. Landau1,3,4.

Instituciones:
1) Departamento de Psicología y Departamento de Ciencias Cognitivas y del Cerebro, Universidad Hebrea de Jerusalem.
2) Centro de Nanociencia y Nanotecnología, Universidad de Tel Aviv.
3) Psicología Experimental, University College London (UCL).
4) Centro Einstein Chronoi, Berlín.