Un nuevo estudio desafía la suposición prevaleciente de que el odio subyace predominantemente a la polarización afectiva entre grupos ideológicos. La investigación sugiere que la decepción, con su compleja mezcla de experiencias positivas y negativas del exogrupo, explica mejor la dinámica de las relaciones intergrupales.
Un nuevo estudio dirigido por la estudiante de doctorado Mabelle Kretchner, del Departamento de Psicología de la Universidad Hebrea de Jerusalem, bajo la supervisión del profesor Eran Halperin y en colaboración con el profesor Sivan Hirsch-Hoefler de la Universidad Reichman y la Dra. Julia Elad-Strenger de la Universidad Bar Ilan, está redefiniendo cómo entendemos la polarización afectiva.
El estudio propone que la decepción, más que el odio, puede ser la emoción dominante que impulsa la creciente división entre los grupos ideológicos.
La polarización afectiva, caracterizada por la profundización de los sentimientos negativos entre miembros de grupos ideológicos opuestos, es una preocupación importante para la estabilidad democrática en todo el mundo. Si bien numerosos estudios han examinado las causas y las posibles soluciones a este fenómeno, los fundamentos emocionales de la polarización afectiva siguen siendo poco conocidos.
El estudio aborda una brecha crítica en la investigación actual, que generalmente se basa en medidas unidimensionales de afecto, que miden los sentimientos positivos o negativos generales (que van de fríos a cálidos) de los miembros del grupo ideológico hacia sus oponentes.
Este enfoque tradicional, según Kretchner y sus colegas, simplifica en exceso el complejo panorama emocional entre los miembros del grupo ideológico.
En cambio, su investigación aboga por una exploración más matizada de las emociones discretas, enfatizando el papel de la decepción.
En particular, proponemos que la naturaleza de la relación ideológica es ambivalente y compleja, ya que los miembros de grupos opuestos desempeñan simultáneamente roles como adversarios ideológicos y conciudadanos dentro de una nación y sociedad comunes. Como tal, sugerimos que las emociones subyacentes al conflicto ideológico deben capturar esta complejidad, abarcando tanto las intensas experiencias negativas de rivalidad ideológica como la consideración positiva y las expectativas del grupo externo para avanzar y apoyar los objetivos compartidos del grupo como conciudadanos.
“La decepción es una emoción que encapsula tanto experiencias positivas como negativas”, explica Kretchner. “Mientras que el odio es destructivo y se centra en ver al grupo externo como fundamentalmente malvado, la decepción refleja una dinámica más compleja. Incluye expectativas insatisfechas y una sensación de pérdida, pero también conserva un reconocimiento de objetivos compartidos y el potencial de un cambio positivo. Esta naturaleza dual lo convierte en una representación más precisa de la complejidad inherente a las relaciones ideológicas intergrupales”.
A lo largo de cinco estudios realizados en Estados Unidos e Israel, la decepción fue la única emoción vinculada consistentemente a la polarización afectiva, mientras que otras emociones negativas no mostraron la misma asociación consistente. En particular, el odio no predijo la polarización afectiva en ninguno de los estudios, incluso durante períodos políticamente cargados como los disturbios del Capitolio, la retirada de Estados Unidos de Afganistán y las audiencias de la Corte Suprema sobre Roe v. Wade.
Mabelle Kretchner señaló que “ Reconocer la decepción como la emoción clave que subyace a la polarización afectiva, incluso en tiempos difíciles, ofrece un resquicio de esperanza: explica no solo la hostilidad observada entre adversarios ideológicos, particularmente como podemos sentir ahora durante los tiempos electorales, sino también la esperanza subyacente de que el ‘nombramiento’ aún puede tener lugar en el futuro, que la otra parte eventualmente actuará de una manera que beneficie el bien común nacional”.
Este hallazgo sugiere que las intervenciones dirigidas a reducir la polarización afectiva podrían ser más efectivas si se enfocan en emociones específicas que subyacen a la polarización afectiva, como la decepción. “Creemos que al comprender las emociones específicas que impulsan la polarización, podemos desarrollar mejores estrategias para superar las divisiones ideológicas”, dice el profesor Halperin. “Esta investigación abre nuevas vías para que psicólogos y politólogos colaboren en soluciones que aborden las causas emocionales fundamentales de la polarización”.
A medida que las sociedades de todo el mundo se enfrentan a crecientes tensiones políticas, las ideas de este estudio ofrecen una nueva perspectiva sobre cómo sanar las divisiones. Al reconocer la complejidad de emociones como la decepción, esta investigación proporciona una comprensión más completa de las fuerzas afectivas en juego en entornos polarizados.
El estudio ya ha atraído la atención en los círculos académicos, y se espera que sus hallazgos influyan en futuras investigaciones y políticas destinadas a reducir la polarización ideológica.
El artículo titulado “The affective gap: a call for a comprehensive examination of the discrete emotions underlying affective polarization”, ya está disponible en Cognition and Emotion.
Se puede acceder a una versión preimpresa de la investigación en https://www.researchgate.net/publication/377656238_The_Disappointing_Not_Hateful_Divide_Uncovering_the_Negative_Emotions_That_Underlie_Affective_Polarization
Investigadores:
Eran Halperin1, Mabelle Kretchner1,2,3, Sivan Hirsch-Hoefler2 y Julia Elad-Strenger3.
Instituciones:
1) Departamento de Psicología, Universidad Hebrea de Jerusalem.
2) Escuela Lauder de Gobierno, Diplomacia y Estrategia, Universidad Reichman.
3) Departamento de Ciencias Políticas, Universidad Bar Ilan.