Los alimentos (frutas o verduras) con altos niveles de iones superconductores -sodio o potasio- pueden transmitir energía. Son conductores, por lo que crean un circuito iónico por el que se transporta la energía eléctrica a través de electrolitos (compuestos químicos que forman iones al disolverse en agua).
Los electrolitos comienzan a moverse al estar en contacto con una tensión. Mientras más ácida sea la fruta, mejor conducirá la electricidad. Si insertas un clavo galvanizado dentro de la fruta o verdura, sus iones pasarán de la fruta al clavo.
Esa transferencia origina electricidad y… ¡voila, tendrás energía!
Las papas no producen energía, ayudan a que ésta fluya entre los metales. Si quieres usar una papa como ‘cargador’ puedes hacerlo, ya que hay una reacción reducción-oxidación. En donde la batería queda conformada por una papa y dos electrodos de metal (zinc y cobre).
Mientras más metal se agregue a la papa, habrá más energía generada. Aunque siempre será importante considerar el tamaño del tubérculo para calcular su efectividad.
Un equipo de investigadores de la Facultad de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente de la Universidad Hebrea de Jerusalem, señaló que una rebanada de papa puede generar hasta 20 horas de luz; por lo que varias rebanadas pueden alimentar equipos médicos o una computadora.
Haim Rabinowitch, uno de los investigadores, señala “la tecnología está lista para funcionar” en la investigación publicada en el Journal of Renewable and Sustainable Energy.
Fuente: Bienestar180