Aislamiento social y nuestro cerebro

El Dr. Shahar Arzy es neurocientífico cognitivo de la Facultad de Medicina y neurólogo cognitivo del Centro Médico Hadassah. En el tiempo que ha pasado desde el estallido de la pandemia, dos cosas han quedado claras: primero, el Coronavirus no se irá a ninguna parte pronto, e incluso la vacuna tan esperada puede no ser una solución milagrosa. En segundo lugar, las pandemias futuras pueden obligarnos a volver a un estilo de vida de la era Corona. A los ojos del Dr. Arzy, el cambio más significativo ha sido el distanciamiento físico de otras personas, y especialmente de los seres queridos y, en particular, el aislamiento social de los ancianos, enfermos crónicos e inmunosuprimidos.

“Sabemos que ciertas poblaciones son más susceptibles al coronavirus. Sin embargo, en un intento por protegerlos físicamente de la enfermedad, los hemos aislado de sus redes de apoyo social: sus amigos y familiares. Esto es especialmente cierto para los jubilados, cuya vida social en gran parte giran en torno a ver a las personas fuera de sus hogares, y aquellos que sufren de deterioro cognitivo, que necesitan estimulación externa”.

Yo, yo mismo y yo, y todos los demás

El Dr. Arzy y su equipo en el Laboratorio de Neuropsiquiatría de la Universidad Hebrea se propusieron comprender cómo ayudar mejor a estas poblaciones vulnerables. En el laboratorio, los investigadores (incluidos científicos informáticos, neurocientíficos, psicólogos y clínicos) utilizan métodos de neuroimagen funcional (fMRI) y computacionales para comprender las formas en que el cerebro identifica a los demás en relación con el “yo”. Por ejemplo, en un estudio dirigido por el Dr. Michael Peer, entonces estudiante de doctorado en el laboratorio, utilizaron un algoritmo para mapear los amigos de Facebook de los sujetos y luego estudiaron cómo el cerebro codifica nuestra red social, la proximidad de cada amigo a nuestro “yo”, “y las características de cada amigo”.

En el contexto del Coronavirus, Mordechai Hayman, un brillante ingeniero eléctrico y estudiante de doctorado en Medicina en el Laboratorio de Neuropsiquiatría, preguntó cómo interpreta el cerebro la “proximidad social”. Definió cuatro grupos y planteó hipótesis de diferentes formas en las que podrían organizarse en torno al “yo” y en relación con él.

1) El “yo”.

2) Nuestro círculo más cercano de amigos y familiares.

3) Conocidos (basado en la noción de que evolucionamos para vivir en grupos de ~ 150 personas, con quienes cooperamos y confiamos en nuestro bienestar físico, social y psicológico necesidades).

4) Celebridades (un extraño con el que nos sentimos cercanos).

En el estudio, los sujetos realizaron una serie de tareas sociales mientras se sometían a exploraciones de resonancia magnética funcional. Al analizar los resultados con técnicas de aprendizaje automático, los investigadores descubrieron dos cosas interesantes. Primero: nuestros cerebros perciben a las celebridades como lo más alejado de nuestro “yo” y de las personas reales en nuestras vidas (amigos cercanos y conocidos), a pesar de la facilidad con la que nos “conectamos” con las celebridades a través de los titulares y las redes sociales. Segundo: mientras se les pidió que imagináramos a diferentes personas en nuestras vidas, nuestros cerebros hicieron poca distinción entre seres queridos y conocidos.

“Los escáneres de resonancia magnética funcional demostraron que no se puede engañar a nuestro cerebro: las celebridades no tienen ningún propósito social en nuestras vidas y no pueden ser un sustituto de una red social durante los cierres. Por otro lado, en ciertos aspectos, nuestro cerebro trata a todos los que realmente conocemos de manera similar, independientemente del grado de participación en la vida de cada uno”.

Herramientas para afrontar el aislamiento social

Hoy en día, se depende en gran medida de las plataformas digitales como Zoom para socializar. Sin embargo, con todas las ventajas que la tecnología aporta a nuestra vida, simplemente no puede reemplazar los encuentros de la vida real. El hallazgo más significativo que surge del estudio del Dr. Arzy y Mordechai Hayman es la importancia de todos los lazos sociales, ya sea un registro de vecinos o una conversación con un conocido en la tienda de comestibles. Otra forma de ayudar a combatir el aislamiento social es a través de objetos tangibles en 3D. Por ejemplo, el proyecto de arte de un nieto puede tener un impacto poderoso, incluso si se entrega por correo.

Al mismo tiempo, dada la prevalencia de las plataformas digitales y su inmenso potencial para conectar a las personas, el Dr. Arzy tiene como objetivo identificar formas de modificar y mejorar estas plataformas, para optimizar y monitorear el compromiso social.

Hay una aplicación para eso

La investigación previa del Dr. Arzy sobre pacientes con Alzheimer lo llevó a desarrollar una aplicación digital que permite el mapeo y cuantificación de redes sociales. El grupo ahora está trabajando en la creación de un producto más extenso, uno que analice la red social de uno teniendo en cuenta la proximidad de la familia, las habilidades digitales, la naturaleza y la frecuencia del contacto, y más. Este producto ayudará a recordar a los miembros de una red determinada cuándo y cómo comunicarse, lo que dará como resultado un plan de comunicación optimizado y personalizado, basado en la ecología social de la persona en el centro.

“El coronavirus ha desorientado nuestras vidas y todos enfrentamos dificultades insuperables. Sin embargo, no olvidemos a aquellos para quienes la desorientación es parte integral de su vida diaria. En la Universidad Hebrea y Hadassah tenemos el privilegio de poder ayudar a estas personas a través de nuestra práctica clínica e investigación. Esperamos que nuestros esfuerzos puedan contribuir, aunque sea un poco, al bienestar de esta población vulnerable, ahora más que nunca”.