Un nuevo estudio destaca el vínculo entre la inflamación y la depresión, desafiando las teorías tradicionales centradas en los neurotransmisores. Un examen de décadas de investigación sugiere que los desequilibrios del sistema inmunológico pueden desencadenar y mantener síntomas depresivos, particularmente en grupos de alto riesgo.
La depresión, reconocida como la principal causa de discapacidad en todo el mundo, afecta a casi una de cada seis personas a lo largo de sus vidas. A pesar de décadas de investigación, aún se desconoce mucho sobre los mecanismos biológicos que subyacen a esta afección debilitante.
El profesor Raz Yirmiya, investigador pionero en el campo de la inflamación y la depresión del Departamento de Psicología de la Universidad Hebrea de Jerusalem, ha publicado recientemente una revisión exhaustiva en Brain, Behavior and Immunity, que ofrece nuevos conocimientos que desafían las creencias arraigadas y abren caminos hacia el tratamiento personalizado.
Las teorías tradicionales de la depresión se han centrado en neurotransmisores como la serotonina y la norepinefrina, lo que sugiere que una deficiencia de estas sustancias químicas cerebrales puede provocar síntomas depresivos. Aunque ampliamente aceptadas, estas teorías no han logrado explicar por qué una parte significativa de los pacientes no responden a los antidepresivos convencionales.
En los últimos 30 años, la investigación del profesor Yirmiya, junto con la de otros, ha señalado un culpable diferente: la inflamación crónica, tanto en el cuerpo como en el cerebro.
“En muchos individuos, la depresión es el resultado de procesos inflamatorios”, explica el profesor Yirmiya, quien fue uno de los primeros investigadores en establecer conexiones entre la disfunción del sistema inmunológico y la depresión en la década de 1990. En su última revisión, analizó cuidadosamente los 100 artículos más citados en el campo, creando lo que él llama una “visión panorámica” de las complejas interacciones entre la inflamación y los síntomas depresivos.
Las investigaciones que se remontan a la década de 1980 han destacado que las personas deprimidas a menudo exhiben funciones inmunológicas comprometidas.
Sorprendentemente, se ha descubierto que ciertos tratamientos que estimulan el sistema inmunológico para el cáncer y la hepatitis, que inducen una respuesta inflamatoria, causan síntomas depresivos graves en los pacientes, lo que ofrece una visión del papel del sistema inmunológico en la salud mental.
Los propios experimentos de Yirmiya establecieron aún más un vínculo mecánico entre la inflamación y el estado de ánimo, mostrando que los individuos sanos inyectados con dosis bajas de agentes inmunoestimulantes exhiben un estado depresivo temporal, que puede prevenirse con tratamientos antiinflamatorios o antidepresivos convencionales.
El profesor Yirmiya y sus colegas también han demostrado que el estrés, a menudo un desencadenante importante de la depresión, puede provocar procesos inflamatorios, afectando a las células de la microglía del cerebro, que son los representantes del sistema inmunológico en el cerebro. Sus hallazgos recientes revelan que las respuestas inflamatorias relacionadas con el estrés pueden activar inicialmente la microglía, pero el estrés prolongado finalmente las agota y las daña, lo que mantiene o empeora la depresión. “Este ciclo dinámico de activación y degeneración de la microglía refleja la progresión de la depresión en sí”, dice Yirmiya.
La revisión también destaca los estudios que sugieren que grupos específicos, como las personas mayores, las personas con enfermedades físicas, las personas que sufrieron adversidades en la primera infancia y los pacientes con depresión resistente al tratamiento, son particularmente susceptibles a la depresión relacionada con la inflamación.
Los hallazgos revelan la necesidad de tratamientos antiinflamatorios para ciertos pacientes y para tratamientos que estimulan la microglía para otros pacientes, lo que indica que un enfoque personalizado del tratamiento puede resultar más efectivo que la terapia antidepresiva tradicional de talla única.
El profesor Yirmiya concluye: “Los resultados de la investigación de las últimas tres décadas subrayan el papel fundamental del sistema inmunitario en la depresión. En el futuro, un enfoque de medicina personalizada, que adapte el tratamiento en función del perfil inflamatorio específico del paciente, ofrece esperanza a millones de pacientes que encuentran poco alivio en las terapias estándar. Al adoptar estos avances, no solo estamos tratando los síntomas; Estamos abordando las causas subyacentes”.
Este estudio no solo arroja luz sobre los orígenes de la depresión, sino que también sienta las bases para futuros enfoques terapéuticos, en particular aquellos que se dirigen al sistema inmunológico. A través de una investigación más profunda, el profesor Yirmiya tiene como objetivo inspirar una nueva ola de tratamientos diseñados para reemplazar la desesperación con esperanza para quienes sufren de depresión.
El documento titulado “The inflammatory underpinning of depression: An historical perspective”, ya está disponible en Brain, Behavior and Immunity.
Investigador:
Raz Yirmiya
Departamento de Psicología, Universidad Hebrea de Jerusalem.