El nuevo tratamiento consiste en activar una proteína llamada PKC-ε poco después de que se produce un sangrado intenso. Además, el tratamiento ayudó a mantener saludablemente las funciones de los órganos al aumentar los niveles de energía celular, lo que ofrece esperanzas de mejores resultados en la atención de trauma de emergencia.
Investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalem y el Cuerpo Médico de las FDI han descubierto un nuevo enfoque terapéutico prometedor para tratar el shock hemorrágico, una condición potencialmente mortal causada por la pérdida severa de sangre que sigue siendo la principal causa de muerte prevenible en casos de trauma a nivel mundial.
El estudio, dirigido por el Dr. Ariel Furer y la Dra. Maya Simchoni, del Instituto de Investigación en Medicina Militar, un proyecto conjunto entre la Facultad de Medicina Universidad Hebrea-Hadassah y el Cuerpo Médico de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), demuestra que la activación de la proteína quinasa C épsilon (PKC-ε) mejora significativamente las tasas de supervivencia temprana y la estabilidad fisiológica después de una hemorragia grave.
En un experimento cuidadosamente controlado utilizando un modelo porcino, los investigadores indujeron un shock hemorrágico extrayendo el 35% del volumen total de sangre de los animales. Los animales tratados con un péptido activador de PKC-ε solo cinco minutos después del inicio de la hemorragia mostraron una mejora drástica en la supervivencia: el 73% de los sujetos tratados sobrevivieron en comparación con solo el 25% de los que no fueron tratados. Además, los animales tratados mantuvieron una estabilidad cardiovascular significativamente mejor, incluida la presión arterial, la frecuencia y el gasto cardíaco, todos ellos indicadores críticos de una respuesta eficaz durante un traumatismo grave.
Además, el análisis detallado de la actividad mitocondrial reveló una mayor función dentro de los tejidos cardíacos de los animales que recibieron el activador PKC-ε. Dado que las mitocondrias son productoras vitales de energía celular, estos hallazgos sugieren que la activación de PKC-ε ayuda a mantener los niveles de energía de los órganos bajo estrés, lo que podría proteger los tejidos contra daños adicionales asociados con la pérdida grave de sangre.
Las consecuencias de este estudio son de largo alcance. Las estrategias terapéuticas actuales para el shock hemorrágico grave a menudo implican la reanimación con líquidos, que puede exacerbar involuntariamente el daño tisular al desencadenar una lesión isquémica de reperfusión. Este nuevo enfoque, que administra un péptido activador de PKC-ε, tiene el potencial de minimizar significativamente estos efectos perjudiciales, mejorando así las posibilidades de supervivencia y reduciendo las complicaciones asociadas con el trauma grave.
El Dr. Ariel Furer comentó: “La hemorragia masiva sigue siendo uno de los desafíos más críticos que enfrenta la medicina de emergencia, particularmente en escenarios de trauma civil y en el campo de batalla. Nuestros hallazgos sugieren que la activación de PKC-ε puede ser un enfoque terapéutico altamente efectivo, que podría transformar la atención del trauma al proporcionar a los respondedores médicos de primera línea una herramienta poderosa para mejorar los resultados de los pacientes”.
Este estudio supone un paso fundamental en la medicina del trauma. Sin embargo, el Dr. Furer señala que se necesita más investigación clínica antes de que este tratamiento pueda adoptarse ampliamente en entornos clínicos.
“Nuestros hallazgos abren nuevas vías para estrategias terapéuticas específicas que pueden ser administradas por los socorristas en situaciones de emergencia, lo que podría salvar innumerables vidas en todo el mundo”, concluyó el Dr. Furer. “Los futuros ensayos clínicos serán esenciales para validar estos resultados prometedores y avanzar hacia la implementación práctica”.
El artículo de investigación titulado “Protein kinase C epsilon activation improves early survival in an acute porcine model of controlled hemorrhage”, ya está disponible en Scientific Reports.
Investigadores:
Maya Simchoni1,2, LinnWagnert-Avraham1, Estela Derazne3, Dean Nachman1,4, YuvalGershon1,2, Eliraz Cohen Levi1,2, Adi Horesh1,2, Yaron Cohen1,2, Maya Nitecki1,2, YuvalGlick1,2, Arik Eisenkraft1, Nir Suissa4, GiladTwig6,7, 13, S. DavidGertz1,8, Ann Saada9,10, Ariel Furer1,2,11.
Instituciones:
1) Instituto de Investigación en Medicina Militar (IRMM), Facultad de Medicina, Universidad Hebrea de Jerusalem.
2) Cuerpo Médico de las Fuerzas de Defensa de Israel.
3) Facultad de Ciencias Médicas y de la Salud, Universidad de Tel Aviv.
4) Instituto del Corazón, Centro Médico Hadassah, Universidad Hebrea de Jerusalem.
5) Departamento de Neurología, Centro Médico Hadassah.
6) Departamento de Epidemiología y Medicina Preventiva, Universidad de Tel Aviv.
7) Instituto Gertner de Epidemiología e Investigación de Políticas de Salud, Centro Médico Sheba.
8) Centro Saul y Joyce Brandman para la Investigación Cardiovascular y Departamento de Neurobiología Médica, Instituto de Investigación Médica Israel-Canadá (IMRIC), Facultad de Medicina, Universidad Hebrea de Jerusalem.
9) Departamento de Genética, Centro Médico de la Universidad Hebrea-Hadassah.
10) Departamento de Ciencias de Laboratorio Médico, Colegio Multidisciplinario de Jerusalem.
11) Centro Cardíaco Olga y Lev Leviev, Centro Médico Sheba
12) Departamento de Ortopedia, Hospital Universitario Assuta Ashdod.
13) División de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo, Centro Médico Sheba.